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La caja y las constantes vitales de la empresa

23/09/2022

Nos adentramos en lo que algunos analistas ya han bautizado como la “nueva economía”: el final de la abundancia, de bienes y recursos, de liquidez sin costo, de algunas materias primas y de agua entre otros elementos. Un escenario macro económico marcado por una alta incertidumbre, guerra, incremento sostenido de los costes energéticos, precios al alza e inflación creciente. Se ha acabado el acceso al dinero sin coste y este aumento de tipos, también impacta directamente en el control de costes y márgenes de nuestro tejido empresarial.

La cuesta arriba del nuevo curso es pronunciada y exige que las cuentas de miles de empresas se revisen a diario, con una adecuación de precios continua, revisándolos e indexando los costes en los contratos porque cada decisión tiene su impacto, positivo o negativo, en la cuenta.

Las empresas deben ser conscientes de la necesidad de repercutir los costes incurridos de forma ágil y razonable. De hecho, estamos pasando de repercutir costes de manera anual a la necesidad de revisarlos permanentemente. Este es un primer paso para mantener y reforzar nuestra competitividad.

Sin embargo, último informe del Observatorio de Morosidad de CEPYME, evidencia que las empresas no transmiten el alza de sus costes al precio de venta final. Lo que impacta en su margen, afectando más pronto que tarde a su tesorería.

No sólo eso. Dicho informe también constata que, provocado por la actual coyuntura, sigue aumentando la morosidad de las empresas situándose el período medio de pago (PMP) entre empresas en casi los 84 días (77,4 días en nuestro entorno más próximo), mientras que se eleva hasta casi el 74% el porcentaje de facturas emitidas con retrasos en pago. Dicho de otra forma, 18 años después de la entrada en vigor de la primera transposición de la directiva europea para la lucha contra la morosidad, seguimos padeciendo un problema crónico de impagados y de falta de cumplimiento con la norma, en cuya adaptación mediante la Ley 4/2013 de 22 de febrero, se fijó un plazo máximo de 60 días para pago entre empresas.  

La demora en el cobro de las facturas, genera intereses de demora por retraso de pago, los cuales han crecido un 50% interanual. Esta realidad pone en riesgo la liquidez de las empresas que pueden pasar a tener problemas de solvencia, comprometiendo su viabilidad.

Hay solución, pero no hay tiempo que perder. Una adecuada planificación financiera es hoy, más determinante que nunca para asegurar la viabilidad de todos nuestros proyectos empresariales. Las y los profesionales financieros debemos tomar conciencia de que, ante la posibilidad de oscilaciones en los cobros y los pagos, la anticipación es clave.

Cualquier proyecto empresarial nace para ganar dinero, para ser rentable. Si un proyecto no crece, decrece. Por lo tanto, su viabilidad está directamente relacionada con una adecuada gestión financiera y la generación de caja. Aquí es donde debemos poner el foco: la falta de caja es lo que `mata´ a las empresas. Son sus constantes vitales.

Por eso, los profesionales financieros, necesitan contar con un buen plan de tesorería. Deben optimizar sus procesos internos y contar con un buen plan que se adapte a diferentes escenarios y que les permita controlar con la anticipación necesaria, todos y cada uno de los aspectos que afectan a su liquidez y circulante.

Ante los desfases que se nos amontonan, trabajemos el circulante, ese gran financiador tan desconocido.

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